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NUESTRO HOMBRE EN QUITO
Todo cargo público implica una responsabilidad política. No se trata solo de cumplir la ley. Cada funcionario público debe ser ejemplo de comportamiento y pulcritud. Este es un cambio de verdad. Debemos dejar atrás el pasado . (Pastrana, en reciente alocución presidencial).
- Por: REDACCIÓN EL TIEMPO 23 de junio 1999 , 12:00 a. m.
Nuestro hombre en Quito no es tan nuéstro . En efecto, el nombramiento de Alberto Constaín parecería reunir los requisitos que bajo el Gobierno de Pastrana se necesitan, en el sentido de que si los hombres públicos son además hombres de negocios, mejor! Tal condición se ha visto hasta las cachas con más de un ministro, como lo han denunciado ya varios columnistas y medios de comunicación. Pero lo más grave es que esta teoría de los hombres de negocios como empleados del Estado está funcionando a las mil maravillas en más de una embajada importante. Son, efectivamente, aquellos jefes de Misión a los que, antes que defender a su país, lo que les importa es velar por sus negocios, cuando los tienen en el sitio donde precisamente fueron nombrados diplomáticos, si no para establecer nuevos y más exitosos contactos comerciales a título estrictamente personal. En fin, moral pastranista!, habrá que denominar esta nueva figura, aceptada a la postre por quienes desde el Gobierno se hacen de la vista gorda con esta suerte de engañifas y triquiñuelas.
Pero el caso más aberrante es sin duda el del señor Constaín, nuestro representante en Quito. Constaín ha sido siempre audaz hombre de negocios, vinculado estrechamente con la actividad de los licores y más sombríamente con los famosos almacenes In-Bond, exentos de impuestos para los viajeros al exterior.
Mas concretamente: antes que estimular y permitir el intercambio de aguardientes entre nuestros departamentos de la región del Occidente y el Ecuador, al amparo del Pacto Andino, Constain ha tenido de tiempo atrás el monopolio de un aguardiente en esa nación, que él hábilmente bautizó con el nombre colombiano de Aguardiente Quindiano.
Obviamente en la Cámara de Comercio Binacional están más que sorprendidos. Primero porque en tiempos recientes y no remotos, Ecuador era el tercer socio comercial de Colombia. En el vecino país existen más de 300 mil colombianos residentes, y más de mil cien compañías con capital colombiano o mixtas, que generan 15 mil empleos directos. Y mientras las compañías extranjeras y específicamente las gringas logran respeto y tratamientos justos, amparadas por su Embajador, las colombianas han visto disminuido su nivel de influencia y de información en el entorno cambiante de las decisiones empresariales, al no conocerlas oportunamente.
Es, pues, el señor Constaín, un embajador con intereses creados. Tan creados que, hace pocas semanas, la propia ministra de Comercio Exterior, Martha Lucía Ramírez de Rincón, tuvo que enviarle al Canciller Fernández de Soto una carta de protesta (con fecha 10 de junio del 99), para quejarse de unas declaraciones de Constaín sobre el caso de los licores y concretamente sobre la sentencia del Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina, proferida contra Colombia.
En su misiva, la señora Ramírez le dice a Fernández de Soto lo siguiente: Me parece muy delicado que el representante de nuestro país esté haciendo este tipo de declaraciones que en ninguna manera obedecen a la realidad, toda vez que el Tribunal en su sentencia no ordena levantar el monopolio de licores; por el contrario, declaró que la Constitución colombiana al establecer el monopolio rentístico de licores no infringe el Ordenamiento Jurídico Subregional Andino .
Advierte además la señora ministra que sería muy conveniente que el embajador Constaín pudiera consultar un tema en el que él tiene intereses tan particulares (digo yo), antes de hacer los mencionados pronunciamientos, y sobre todo dice la Ministra asumir una actitud en defensa de los intereses nacionales como le corresponde.
Obviamente, en este caso doña Martha Lucía peca de ingenua, al desconocer u omitir que nuéstro representante en Quito es propietario de la fábrica de licores Trópico , ubicada en esa ciudad, y por tanto socio activo de Adile, quien, con respecto a la situación discriminatoria de la importación de licores de Colombia, formuló unas declaraciones en el sentido de que el tema de los licores en el Ecuador es de imposible arreglo, mientras en Colombia no se levante el monopolio. Los licoreros ecuatorianos no pueden ir a negociar con los colombianos que son monopolios porque les pondrían los impuestos que quisieran . Falso: no solo ya rige un impuesto de comercio, sino que la actitud de Constaín es la de un monopolista en el Ecuador, en detrimento obvio de los licoreros colombianos que supuestamente debería proteger.
Y esto para no referirme a los vínculos comerciales de don Alberto Constaín con los azucareros ecuatorianos. Talvez lo legitimo sería que tan ilustre diplomático fuera embajador de Ecuador en Colombia y no al revés, ya que allá no solo no nos representa para nada sino que atenta contra todo lo que comercialmente hablando tiene para nosotros verdadero interés nacional